Pero siempre había sentido desde niño la imperiosa necesidad de visitar exposiciones, de acudir a museos y ferias de arte, de viajar. Estas nuevas inquietudes se sumaban a otras ya existentes, anteriores, como son el gusto por el deporte y por la música, pero especialmente por la danza popular.
El sacerdote Javier Murillo, ante su deseo de organizar actividades para ocupar a los jóvenes de Tafalla, le había aconsejado aprender danzas de la tierra en el Club Oberena de Pamplona. Precisamante en la capital navarra residía Javier desde 1964. Y así es como nuestro inquieto muchacho se convierte en el responsable del grupo de danzas de Tafalla, integrante del de Oberena durante catorce años y director incluso del correspondiente al Muthiko Alaiak.
LA PINTURA DE JAVIER ZUDAIRE
En el quehacer del ya centrado artista, se pueden reconocer tres momentos diferentes.
Hasta 1990 practica una pintura figurativa sobre la temática al uso (paisaje, bodegón, retrato), con realismo estilístico que se va transformando en más expresivo conforme avanza el tiempo, empleando los recursos de la técnica impresionista (expresión intensa de color, pincelada flúida, pintura en directo, temas sencillos, predilección por los lugares más próximos...), pero sin renunciar al dibujo, con puntos de vista selecionados por su visualidad dominante.
Es así como representa los retratos de Flor, su esposa. La impronta del diseño gráfico se deja sentir en los carteles que presenta a algunos concursos, como el de San Fermín, o el de Tafalla, que gana en 1986, con la pierna del danzante en primer término, en movimiento giratorio típico del "Aurresku". En ellos la forma se antepone a un fondo monocromo, la síntesis del plano de color sobre el detalle, el color mismo es el atractivo principal de la composición. Muestra ya un concepto moderno.
ROMPE CON LA DISCIPLINA DEL DIBUJO PARA PROBAFRSE
Sin embargo, el deseo de romper con la disciplina del dibujo y de probarse a sí mismo en sus capacidades le impulsa entre 1990 y 1994 a abandonar la figuración para comprobar las posibilidades del trazo suelto y del color, que intuía prometedoras por su experiencia en el campo de la publicidad.
Es así como franquea ese desconocido mundo de la abstracción expresionista, donde las manchas de color y los trazos que espontáneamente aplica al soporte parecen flotar en espacios misteriosos, iluminados por él de forma sorprendente, en ocasiones con fulguraciones que recuerdan a Viola, el pintor de El Paso.
SE PASA DECIDIDAMENTE AL EXPRESIONISMO
La progresión hacia esta dicción expresionista es variable.En sus paisajes emplea ya el formato grande y una expresión cromática muy decidida y proclive a la abstración plena, buscando plasmar el valor del color local con la conmoción correspondiente a esa viva experiencia del momento creativo.
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